miércoles, 21 de mayo de 2014

¿Qué ocurre después de la laringectomía?

Después de la operación, la persona operada necesitará quedarse en el hospital durante varios días después de la cirugía, ya que después del procedimiento, estará mareado y no podrá hablar. Le pondrán una máscara de oxígeno en su estoma. Es importante mantener la cabeza elevada, descansar mucho y de vez en cuando mover las piernas para mejorar el flujo sanguíneo, ya que el hecho de mantener la sangre moviéndose reduce el riesgo de desarrollar un coágulo de sangre. Se pueden usar compresas calientes para reducir el dolor alrededor de la incisión, además de los analgésicos que le suministren en el hospital.
La alimentación se realizará a través de una vía intravenosa (un tubo que entra en una vena) y alimentaciones por sonda. Las alimentaciones por sonda se suministran a través de una sonda que pasa a través de la nariz hasta el esófago (sonda de alimentación). Lo más común es esperar de 5 a 7 días después de la operación para empezar a comer a través de la boca.



El drenaje de la tráquea se retirará en un plazo de 2 a 3 días, enseñando a la persona laringectomizada cómo cuidar de su cánula de traqueotomía y del estoma. Asimismo, aprenderá cómo ducharse y nadar de manera segura, teniendo cuidado de no permitir que el agua entre a través de su estoma.


En cuanto a la rehabilitación del habla, la ayuda de un logopeda será imprescindible para aprender a hablar en esta nueva situación. Será necesario que se abstenga de levantar objetos pesados o de la actividad extenuante durante aproximadamente 6 semanas, y lentamente se pueden reanudar las actividades ligeras normales. Es importante asistir a controles con el médico con la frecuencia que el profesional considere necesaria. 
PRONÓSTICO: Las heridas tardarán de 2 a 3 semanas aproximadamente en sanar y se puede esperar la recuperación completa en más o menos un mes. Muchas veces, la extirpación de la laringe sacará todo el cáncer o material afectado y las personas aprender cómo cambiar su estilo de vida y vivir sin laringe. 

Tras esta intervención, el paciente pierde la capacidad de hablar, el gusto, el olfato y en ocasiones y deribado de la misma cirugía, puede ver mermada su capacidad auditiva a lo que tiene que ver sumado no solo la pérdida de la voz sino también una merma de su imagen. Su papel en la familia cambia significativamente. A esto se añade la pérdida del trabajo y un descenso del nivel económico, comportando una disminución en su autoestima. A esto debemos añadir un cierto rechazo social por desconocimiento que en conjunción con lo anteriormente mencionado acaba desembocando en un comportamiento depresivo por parte del laringectomizado.

La persona operada, además de perder el gusto y el olfato, presenta un traqueostoma, un orificio en el cuello del diámetro de un dedo, para poder respirar. Ya no lo hace por la nariz, sino por el cuello. Este orificio se cubre con una cánula y se cubre con un  pañuelo normal o un “pañuelo-babero” especialmente diseñado para laringectomizados.


Es muy importante que este orificio esté protegido, no solo porque por él pueden entrar partículas muy grandes (incluso insectos) que les ahogarían, sino también porque el aíre llega por esta vía directamente a los pulmones, sin filtrarlo, ni calentarlo, ni humedecerlo en las fosas nasales. Es importante también porque en caso de accidente, la respiración “boca a boca” ha de hacerse a través de este orificio.
Implica también problemas al tragar ciertos alimentos y corren más riesgo de atragantarse con cualquier sólido o líquido. Tienen que tener mucho cuidado con su higiene diaria en el ostoma, pero también con la ducha habitual, ya que pueden pasarlo muy mal si les entra agua en el orificio. Hay laringectomizados que no renuncian a sus vacaciones anuales en las playas, protegiendo su orificio cada vez que llega una ola, dándose sus baños, paseos por la playa, juegos…
Son muchas las “pequeñas” cosas con las que un larigectomizado debe aprender a convivir. Nunca lo pensamos, pero una persona sin laringe no puede realizar “esfuerzos” en el baño por poner un ejemplo simple. Si pensamos en ello nos damos cuenta de que “contenemos la respiración” con ese gesto. Un operado de laringe no puede hacerlo. Tampoco puede llamar la atención con un grito, si no que como una persona muda que es, agita los brazos o hace muchos gestos. Incluso con la boca, aunque no pueda hablar. O lleva siempre un silbato para hacer sonidos. No puede “sonarse” la nariz, ni “estornudar” de forma sencilla. Constiparse es un peligro mayúsculo. Llorar también… hacerlo les puede suponer un fatal aumento de la mucosidad que podría ahogarles.

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